miércoles, 16 de diciembre de 2015

FILOSOFÍA DEL CALUMNIAR

FILOSOFÍA DEL CALUMNIAR
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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Calumniad con audacia,
algo siempre quedará
F. Bacon

I. EL PROBLEMA FILOSÓFICO DE LA CALUMNIA
El problema filosófico de la Calumnia va más allá del problema moral de ser una mentira que nace de la envidia para dañar la reputación ajena, o del problema sociológico de ser la orientación social deformada de individuos o grupos que niega la superioridad individual o grupal determinada, o del problema psicológico de una personalidad llena de frustración pulsional que logra una satisfacción sádica dañando mediante la mentira la reputación del Otro. Todo esto es consecuencia de algo más fundamental.

El problema filosófico de la Calumnia estriba en que no se basa en el resentimiento moral ante la eterna jerarquía de los valores, sino que consiste en la falsa atribución ontológica de la existencia objetiva de un vicio en vez de un valor. En el fondo es un problema metafísico. La Calumnia no niega ni falsifica el sentido del juicio de valor, sino que sobre la base de la aceptación de su existencia objetiva falsifica la verdad para dañar la nombradía del prójimo. El calumniador no pone lo malo en lugar de lo bueno, es más mostrenco y se limita a enlodar lo bueno con lo malo.

II. LA CALUMNIA Y SUS COMPONENTES

Es frecuente decir que las más crueles mentiras suelen decirse en silencio, atendiendo a que las mentiras del corazón comienzan en la cara. Pero hay un género de mentira especialmente cruel que suele decirse no en silencio, sino a las espaldas o a sotta voce (baja voz). Y éstas componen la Calumnia. La Calumnia tiene varios componentes (ignorancia, sospecha, odio rencor, envidia, perfidia, impostura, inocencia, injusticia y verdad), pero de entre todos resalta la Mentira.

El renacentista Sandro Botticelli –basado en uno de los Diálogos de Luciano- pinta en 1495 “La Calumnia de Apeles”. Es un tema alegórico que incluye diversas figuras: el “rey Midas”, con orejas de burro sentado en su trono escucha los consejos de “Ignorancia” y “Sospecha”; el “Juez malo”, ante él se encuentran ”Odio, “Rencor” o “Envidia” que conducen a una joven: ”Calumnia “ con apariencia dulce pero que toma a “Víctima” de los cabellos y la destroza; en su mano izquierda porta una antorcha que simboliza cómo la calumnia se extiende del mismo modo que el fuego. Completan el cuadro dos compañeras inseparables de Calumnia, “Impostura” y “Perfidia”, que arrastra a “Inocencia” (o Víctima) seguida por “Penitencia” o “Arrepentimiento”, que dirige su mirada a la “Verdad”. Al final resplandece la “Verdad” desnuda, que se cubre el sexo con su cabellera y la mano izquierda, y con el brazo derecho elevado pareciera invocar a los dioses para que reparen la injusticia.

Con razón dice el DRAE (1992) “Calumniar es una acción por la cual a un sujeto se imputa falsamente y con malicia algo -sean palabras, actos, intenciones- para causarle daño”. De modo, que -como en la pintura de Botticelli- el calumniar implica: el calumniador; la calumnia; el calumniado o la Inocencia; la mentira; su contraparte la verdad; la necesidad del castigo; la sospecha; la ignorancia; la envidia; y la mentira.

III. LA INTERPRETACIÓN SOCIOLÓGICA Y PSICOLÓGICA

Puede una gota de lodo sobre un diamante caer;
puede también de este modo su fulgor obscurecer;
pero aunque el diamante todo se encuentre de fango lleno,
el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno.
Rubén Darío (1881-1885)

El vocablo “calumnia” (derivado de latín: calumnia-ae) significa “acusación o imputación grave y falsa hecha contra alguien”; o “imponer o levantar falso testimonio”, “falacia”. Asimismo, queda relacionado semánticamente con “falta de respeto o consideración cometida con una persona o cosa particularmente respetable –al modo de una como una desconsideración”-, “censura”, “chisme”.

Sociológicamente la ley judeo-cristiana y la ley penal castigan la calumnia. La primera prohíbe tanto el falso testimonio contra el prójimo (8º mandamiento Ex, 20,16) como el codiciar algo de otro (10º mandamiento, Ex.20, 17). El código penal cuando analiza los Delitos contra el honor y dice acerca de la calumnia en el artículo suele decir: “Injuria es la acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación”. Así se alienta a vivir en la verdad, desechando la mentira, la malicia, el engaño, la hipocresía y toda clase de maledicencias.

La calumnia ataca a la verdad (mentira), a la justicia (hiere el buen nombre ajeno), al amor y respeto debido al prójimo; mata o hiere a un sujeto frente a la sociedad porque enloda su reputación. Mediante la calumnia el calumniador se defiende contra su propia sensación de ineptitud e inseguridad. La calumnia rechaza la unidad con el “otro”, nos aparta y nos deja en soledad, o bien nos une al grupo de los que se identifican con esa posición. Al calumniador le cuesta reconocer las cualidades del otro, tiene mucho de mediocridad dentro de sí, y ve en las cualidades del Otro una mella a su propia autoestima.

La calumnia puede darse también en la forma de chisme. El chisme es una noticia verdadera o falsa que pretende indisponer a una persona contra otra: de allí su relación etimológica con “cisma” o separación, desunión. Desde las categorías psicoanalíticas el chisme puede considerarse como una elaboración maníaca ante una situación traumática que el yo del sujeto no puede tramitar. Destaca su carácter psicopático y envidioso.

IV. INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA
La historia que ilustra bastante bien la calumnia es la de Juana de Arco, la adolescente francesa de origen campesino que fue víctima de una de las peores calumnias de la historia sin que el rey a quien había hecho coronar se ocupara de salvarla. Durante la Guerra de los Cien Años, los ingleses no invadieron Francia debido a la inspiración de Juana, quien lideró exitosamente el ejército francés y los venció. Pero la Inquisición la procesó como bruja, hereje y por el delito de usar vestimentas masculinas, cargando su nombre de injurias y quemándola viva en Ruán un 30 de mayo de 1431. Los ingleses llegaron a afirmar que Juana de Arco se vestía como hombre y era buen soldado porque tenía partes pudendas de hombre y mujer a la vez (hermafrodita).

No hay duda que la envidia como uno de los motores de la calumnia. Es decir, que aquel objeto idealizado es deseado y temido, de allí que el sujeto vivencia la imposibilidad de introducirlo en sí y queda expedita una vía: destruirlo. Un camino para ello es la calumnia que cual hiel se retiene y en un momento se expande envenenando, produciendo amargura, frustración. Así expresa el calumniador su envidia. Pero, la envidia acompañada de celos, por su etimología, relacionados con el fuego y la frustración pulsional constituyen otro ángulo para comprender la calumnia.

Freud en el Porvenir de una Ilusión observa cómo tendemos con más facilidad a obedecer las prohibiciones culturales por la fuerza de la compulsión externa, y con más facilidad nos satisfacemos dañando mediante la mentira, el fraude, la calumnia toda vez que esto no conlleve un castigo. Ultrajando y calumniando. Así exhibe su poder, se siente más seguro y la víctima más desvalida. Pero cuando el amor al objeto, llega a una identificación narcisista, recae el odio sobre este otro objeto y lo calumnia, lo humilla, lo hace sufrir y logra así una satisfacción sádica. Así consigue, de modo indirecto con el autocastigo, la venganza ante los objetos primarios y logra por la enfermedad atormentar a los que ama.

La calumnia es un instrumento de carácter sádico que utiliza el masoquista, aquel que está seguro de la destrucción y desesperanza del propio yo y por tanto también de la vacuidad del mundo. Se trata de formas melancólicas en el sentido de la vivencia de vacío o destrucción del yo que resuelven la sobrevivencia mediante el dominio sádico de los otros. El calumniador es un melancólico con tendencias sádicas que transmite la verdad melancólica de que la vida no tiene sentido, y sólo vive alimentándose del dolor que ocasiona con su sadismo destructivo. Su historia infantil podría mostrar que ha sido víctima de crueldades que tramita a su vez haciéndolas a otros.


V. SÍNTESIS FILOSÓFICA

1. Las intrigas que entreteje la acción de calumniar representa no una negación de una jerarquía valorativa sino su falso empleo con el propósito de dañar el ser del prójimo. Por eso la calumnia es un problema ontológico-metafísico.

2. La calumnia es una acusación grave contra alguien para deshonrarlo, herir su honor, su buen nombre. Es decir, para dañar una dimensión de su ser: su imagen pública. Nietzsche que equivocadamente creyó que la moral se basa en el resentimiento en vez del reconocimiento de la eterna jerarquía del valor, alabó la calumnia junto con la lascivia y la crueldad. Pero la Calumnia suprema de la Modernidad –al entronizar lo útil sobre el Espíritu- no es solamente contra el Valor objetivo del Bien, sino contra el Ser mismo. El acto de existir y de ser es bueno, si fuera malo no podría ser, por ello el mal no tiene ser sino que es defectivo respecto al ser.

3. Psicológicamente la calumnia surge cuando un sujeto frustrado idealiza a un prójimo al cual desea y teme; pero no puede aceptarlo y emprende la vía de la destrucción total mediante el falso testimonio. Por ello la envidia está acompañada de celos por el ser del Otro.

4. El carácter sádico y masoquista del calumniador ratifica la naturaleza ontológica de su propósito destructivo, pero en el fondo ello nace por la desesperanza en su propio yo y de la vacuidad del mundo de su sentido vital. Es imposible vivir exclusivamente alimentándose del dolor ajeno. El sadismo destructivo está condenado al fracaso. Al ser víctima de crueldades infantiles busca destruir al prójimo que le representa temor, admiración y poder.

5. La destructividad que se propone el calumniador en el ser del Otro termina casi siempre destruyendo su propio ser. La mentira no puede sostenerse siempre.

6. El ser del calumniador al final de cuentas queda atrapado y no puede defenderse del enloquecimiento moral y metafísico en que sucumbe su sadismo destructivo. En cambio el ser del calumniado a la postre logra librarse de las manchas gratuitas para relumbrar nuevamente en su ser.


Lima, Salamanca 16 de diciembre 2015