miércoles, 30 de agosto de 2017

DIOS PRECOLOMBINO Y ESPIRITUALISMO CHAMÁNICO

DIOS PRECOLOMBINO
 Y ESPIRITUALISMO CHAMÁNICO
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
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El Dios Ordenador precolombino es un Absoluto dinámico por cuanto se presenta como un tejedor de todas las formas de vida. Es el Camac o Animador, inteligente y providente. Invisible y poderoso, pero personal. Es un Principio generador de vida al cual se le rinde preces y se le ora. Esta consideración se desprende de la “Oración al Hacedor” de Cristóbal de Molina, González Holguín, Betanzos, Cieza, Polo de Ondegardo, Santacruz Pachacuti, Inca Garcilaso, Guamán Poma y Blas Valera. Por tanto, no es un Kamaqen impersonal o energía vital de carácter panteísta sino una deidad ordenadora, personal de índole henoteísta, enmarcado en un dualismo metafísico de la paridad primordial Animador-Viracocha y lo Caótico-Inanimado.

Ahora bien, ¿Qué relación guarda este tejedor cósmico con los mundos sutiles del chamanismo arcaico?

En primer lugar hay que tener presente que el chamanismo es una religión de integración, donde lo primordial de estos pueblos recolectores, cazadores, con agricultura incipiente, capaces de arte y culto, es integrarse a los ritmos de la naturaleza para asegurar su sobrevivencia. En segundo lugar, la deidad ordenadora precolombina pertenece a las llamadas religiones de servicio, donde lo esencial de estas civilizaciones de cultura agraria, con agricultura sistematizada, comercio activo, urbes prósperas, aparato estatal teocrático, desarrollado, burocrático y servil, que promueve un sacerdocio hierático, da origen a cosmogonías y teogonías –Manuscrito de Waruchirí-, donde aparecen grandes señores del cielo, la tierra y del inframundo, un dios supremo criador y trascendente –Wiracocha-, al cual se debe servicio y homenaje para recibir beneficios inmediatos, responsable del orden cósmico y de otras potencias cósmicas divinas, y donde el hombre es una figura pasiva de los grandes ciclos cósmicos –ciclo Pachacuti-.

Así las cosas entre chamanismo y la deidad ordenadora precolombina reina una distancia considerable. No obstante, en el chamanismo y las religiones de integración se halla el punto de partida de la reflexión religiosa mitomórfica, de la existencia del alma –primeras sepulturas de hace 70 mil años-, la preocupación trascendente por la inmortalidad, la sacralidad sideral, el culto al Señor de la Vida, la reflexión sobre el misterio de la vida, la técnica de éxtasis para viajar a mundos sutiles con propósitos escatológicos, manejo de sustancias psicoactivas en plantas consideradas sagradas, el manejo de seres primarios y amorales, espíritus comunican arte –el kene en los shipibos-, la creencia en divinidades, espíritus y demonios, la abstinencia sexual y el dietar, la formación de ritos iniciáticos y sociedades secretas, donde ciencia, religión, magia y filosofía se confunden. El chamán amazónico tiene a Nete Ibo como Dueño de todo lo existente hasta el día de hoy, como un resabio arcaico que dio origen a Wiracocha.

En otras palabras, la dialéctica del tejedor cósmico con el tejido cósmico tiene su origen en las prácticas chamánicas porque el propósito curativo y escatológico chamánico se extiende ahora de modo más abstracto a la ontología y cosmología de la deidad ordenadora de la religión de servicio. Es decir, sirviendo y adorando a la deidad principal se aseguran los beneficios del orden cósmico. Con el servicio al divino ordenador se asegura la sanación no sólo del cuerpo del enfermo, como acontecía en el chamanismo, sino al cuerpo entero del cosmos. No obstante, el cosmos tiene sus propios ciclos destructivos que dan inicio a una nueva vida. El ciclo del eterno retorno es la idea característica que se ha visto perfeccionada en la religión de servicio. El chamán al participar de la propia sabiduría de los seres sutiles implica una mística de unidad con identidad, la misma que se conserva en el alto sacerdocio de las culturas teocráticas.

En el chamanismo hay animales hechiceros –en el Amazonas son la nutria el delfín y la boa- y se asume que los propios animales tienen sus chamanes. Esto ha hecho decir que en el chamanismo lo central no es la identidad personal que separa del cosmos sino la alteridad que une al cosmos. No obstante, lo cierto es que la identidad es fundamental puesto que el acuerdo con todos los seres se basa en la preservación de la propia identidad. Esto significa que las religiones de integración como el chamanismo y las religiones de servicio como la precolombina expresaban una mística de unidad con identidad. Esto es, en la mística mágica primitiva del chamanismo hay unión con los seres espirituales sutiles, y en la mística precristiana precolombina hay unión con la deidad vitalizadora dentro de un esquema dualista. La diferencia con la mística oriental, que también es unión con lo Uno, es que no comparte el monismo metafísico ni la disolución en el absoluto del hinduismo ni la absorción en la Nada del budismo. Esto último es de suma importancia porque hace que en la mística precolombina no se descarte el sentido real de la trascendencia, el mundo y la historia. La Cruz del Sur y sus cuatro puntas rigen el cielo austral andino no como ente astronómico sino como deidad. De ahí que el Sol, la Luna y las Estrellas –Qoyllur- sean considerados como dioses, como consigna G. Taylor.

En el fondo todo esto significa que si bien la mística primitiva del chamanismo y la mística precolombina de las culturas desarrolladas era una mística de unión con identidad, sin embargo el eje de unión cambió de los seres sutiles espirituales a los seres divinos del cielo. La Cruz del Sur simbolizada en el símbolo de la Chakana –que está en toda América- también es la representación de las deidades del mundo en un sentido cuatripartito: el mundo de arriba o Hanan Pacha, el mundo de acá o Kay Pacha, el inframundo o Ukhu Pacha y el misterioso mundo de afuera o Hawa Pacha. En el enigmático mundo de afuera o Hawa Pacha está expresado con más nitidez la Trascendencia del principio generador de la vida, el orden y el cosmos, del cual incluso dependen las deidades del cielo. La Trascendencia es una dualidad metafísica que genera el cosmos con el Animador-Viracocha y lo Caótico-Inanimado.

Este complejo dualismo metafísico es lo ausente en las religiones de integración del chamanismo. Este sentido de Animador está presente en la observación filológica del Inca Garcilaso en discusión con Cieza de León sobre la traducción del término Pachacamac como Vivificador y no como Creador o Hacedor. Este fue el sentido original precolombino, porque la idea de Creador supone la idea metafísica de Creatum ex nihilo o Creación desde la Nada, categoría conceptual que estaba ausente en el horizonte ideológico andino hasta la llegada de los españoles. En su lugar se manejaba la idea de Nihil ex nihilo o nada viene de la Nada, que se corresponde con una concepción Ordenadora y no Omnipotente de la divinidad. La idea del dios omnipotente que crea el cosmos de la nada es de raíz cristiana y no precristiana. Fue necesaria la Revelación para llegar a una concepción superior de la Trascendencia divina.

En otras palabras, lo que el provecto religioso católico Inca Garcilaso nos dice es que los antiguos peruanos no pensaron a Pachacamac como Hacedor sino como Vivificador. Y esto es lo más acorde con la interpretación estructural-fenomenológica e histórica de las religiones.

Ahora bien, este Dios Ordenador precolombino que da ánima o vida al mundo es de una complejidad metafísica que supera el animismo espiritualista del chamanismo. El chamán viaja en las regiones del Ser, el sacerdote precolombino se remonta al principio del Ser. En otras palabras, las cosmogonías y teogonías mitocráticas andinas se plantean el problema peliagudo, inadvertido por el mitomorfismo chamanista, de explicar el origen de los seres a partir del principio de que nada viene de la nada. Es decir, el pluralismo de espíritus sutiles del chamanismo se reordena en la religión de servicio andino en un politeísmo Henoteísta, donde la deidad principal se responsabiliza del orden cósmico.

Sólo mediante una hermenéutica remitizante que rompe con los estrechos criterios cientistas y empiristas de las filosofías modernas, es posible reconstruir el universo metafísico del hombre ancestral precolombino y del hombre arcaico. Y esto nos conduce al reconocimiento que el Animador precolombino del mundo conserva una común forma espiritualista con el chamanismo pero un contenido metafísico mucho más elaborado, dualista y más complejamente trascendente. Comparten la misma mística de unión de identidad, pero con diferente inspiración y profundidad.

Para ambos el cosmos es animado o Kama, pero mientras en el chamanismo el énfasis está puesto en el Ser como un interactuar bueno o mundo bueno –Jakon Nete en lengua shipiba- , en la religión de servicio precolombino está puesto sobre el Ser como Ordenamiento. El diálogo primordial que exhiben las deidades en el Manuscrito de Waruchirí justifica una ontología del Ser como Ordenamiento del mundo. No se trata de la primacía ontológica del Interactuar sino de la primacía ontológica del Orden. Orden que los hombres deben acatar y mantener.  Y es lo que hace el Inca Túpac Yupanqui para congraciarse con el dios Pariacaca, después de haber exigido bruscamente a los dioses para que colaboren en la guerra contra los yungas.

Georges Gusdorf había subrayado la existencia de una metafísica primaria en la conciencia mítica y de la intención mítica en todas las grandes filosofías. Y K. Jaspers había defendido la universalidad de la filosofía sosteniendo que la filosofía está en todas partes, tanto en el pensar metódico (Occidente) como en el pensar mítico (Oriente). En otras palabras, se trata de advertir el vínculo entre mytho y logos, de enlazar el universalismo filosófico con una hermenéutica remitizante, de operar un giro copernicano mitocrático para  afirmar la existencia de la filosofía en un nuevo sentido, tanto al interior del chamanismo arcaico como de la religión de servicio precolombina.

La confusa equivalencia entre “ordenador” y “creador” en la teología andina es atribuible a la trasposición cristiana de los cronistas Bartolomé de las Casas, Cieza de León, Betanzos, Cobo, Sarmiento de Gamboa, Molina el cuzqueño, Acosta, Santacruz Pachacuti y Ramos Gavilán. Al referir a Wiracocha como Hacedor en vez de ordenador del mundo se procede desprolijamente a eliminar injustificadamente la sutil y crucial diferencia metafísica existente entre cristianismo y religión precolombina. Lo cual impide también captar su vinculación con el esquema ontológico metafísico del chamanismo.

Finalmente, la expresión más madura en la teología incaica está contenida en la idea de Pachacamac como deidad ignota del Hawa Pacha, que se yergue soberanamente sobre todas las deidades menores como Gran Ordenador del Universo. Asi, mientras la teología del Manuscrito de Huarochirí trasmite una teología milenaria, la teología del dios ignoto de los Incas es más elaborada y abstrusa. Esa deidad ignota es en Blas Valera Luz Eterna o Illa Teqse que reina en las tinieblas o lo inanimado. En el chamanismo lo inanimado es la muerte, el mal, la enfermedad o el secuestro del alma por algún espíritu. En otros términos, el emanatismo –orden emana de Teqse-, dualismo –Animado e Inanimado- y dinamismo –vivificación sin término y cíclica- no provienen directamente de la religión de integración del chamanismo sino que son creación de la religión de servicio precolombina.

En una palabra, la filosofía mitomórfica del chamanismo brinda sólo el impulso y algunos elementos primordiales en la filosofía mitocrática de la religión precolombina. Pero lo substancial de su especulación metafísica –la teogónica y cosmogónica paridad primordial arquetípica- es su aporte original.

El gran enigma es que si el chamanismo es arcaico y antecede a todas las formas religiosas entonces cómo se explica que sirviera de punto de partida para concepciones contrapuestas que derivaran unas hacia la desvalorización del devenir, lo múltiple y el mundo –filosofía oriental y filosofía griega- y otras hacia la revalorización del mundo, el devenir y la vida –filosofía mitocrática precolombina-. Y esto atañe a una diferencia profunda al interior de las mismas filosofías mitocráticas.

30 de Agosto 2017

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